viernes, 29 de junio de 2012

"Las pasiones no se razonan, se sienten"



Emiliano Ezcurra es el director del Banco de Bosques y un ambientalista  obsesionado por su cuidado. En una confitería de Belgrano de la que es un cliente habitual contó sobre su formación, cómo nació el Banco de Bosques, su paso por Greenpeace, su vida y sus expectativas para el futuro.

Por Melisa Brenda Peralta


El color verde está constantemente presente en la vida de Emiliano Ezcurra. Desde el color de su  camisa hasta en la marca de té que toma. No sabe por qué los bosques lo apasionan tanto, pero sabe que sin ellos la vida sería demasiado  complicada dentro de un par de años.
Su vida como ambientalista empezó de muy chico cuando tenía 14 años. Leyendo una revista  donde vio el anuncio de Greenpeace, donde encontraría su lugar durante  más de 20 años, organizando campañas, trabajo que dejó cuando decidió que el verdadero esfuerzo se realiza en el campo y no en una oficina. A la hora de elegir  su mejor experiencia  en la organización duda pero responde de forma firme: “la experiencia a la Antártida. Fue muy enriquecedora fue la primera expedición para documentar impactos del cambio climático. Estuvimos un mes y medio en el hielo. La otra es el  trabajo en la provincia de Salta con las comunidades Wichi en los bosques chaco-salteños y el Chaco Semiárido que es mi verdadera pasión. Me marcaron de tal manera que si armé Banco de Bosques fue por eso.”
Así es como Emiliano explica el nacimiento de la fundación Banco de Bosques de la que es director. La principal tarea de la organización es la compra de bosques nativos en riesgo, por medio de pequeños, medianos y grandes aportes. Con el fin de crear parques nacionales.
Esta organización trabaja con un sistema geo-referencial que permite que muchas personas interesadas formen parte del proyecto. Entrando al sitio Bancodebosques.org tiene la posibilidad  de elegir en la grilla del google earth la cantidad de metros cuadrados que se quieren  proteger. También gran cantidad de tierras fueron adquiridas a través del dinero que se obtuvo por la venta de botellas plásticas que la gente dona  desde hace 7 meses.
“Banco de Bosques es una organización chica y queremos que siga así, es un proyecto hiperdigital. Queremos un staff chico y un crecimiento en términos de metros cuadrados mensuales; porque tener mucho staff se come demasiado dinero que se podría utilizar para la compra de hectáreas”
En este momento, sus proyectos se centran en La Fidelidad, en Chaco y Formosa, y consisten en crear el primer parque nacional a través de donaciones. También posee la iniciativa de Caa Pora, en Misiones, un proyecto de selva misionera en una zona de caza furtiva de Yaguareté entre otras especies.
Emiliano habla con gran  alegría y orgullo sobre su trabajo, una alegría que se refleja en  todo su rostro.
Dejando de lado su titulo de Ciencias Políticas, al obtener el puesto de diplomático en el grupo de loguista de Greenpeace, no está arrepentido del cambio:
“Si volviera a nacer volvería a  elegir lo mismo, no cambiaria nada.”
¿Cómo supo que esto era lo que quería para su vida?
-Las pasiones nose razonan, se sienten. Nose por que me gusta trabajar con bosques. Cuando estaba en un centro de capacitación en Estados Unidos vi un cartel que decía: “Bosques donde vive tu otro yo”. Creo que los bosques me retractan a mi niñez, me siento como un niño cuando estoy en el bosque. Me da una felicidad enorme.
Ezcurra espera que para dentro de unos años se donen 20 hectáreas de tierras por hora que equivalen al tamaño de una cancha de futbol y no su destrucción. Aunque se cuente con el apoyo necesario de parte de gobernantes y grandes empresas no alcanza.
“Cuando llegamos a una empresa o gobernantes tratamos de ser lo más convincentes posible. Convencimos a Villavicencio para sumarse a la campaña “Una reserva por más  reservas”, que generó la mayor donación de metros cuadrados en la historia de Banco de Bosques.”
Según Emiliano, la idea para que se genere el cambio es la creación de empresas sustentables, donde  el empleo y los ingresos se produzcan sin destruir los bosques. Este  conocimiento fue generado por organizaciones como Greenpeace durante los años 90.
“En la economía del siglo XXI es importante mantener el activismo de las organizaciones y trabajo de campo. Un trabajo que nadie está  realizando. Es hora que los ecologistas tengamos que convertirnos en economistas verdes”, expresa el director del Bando de Bosques.

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