viernes, 28 de junio de 2013

Versátil, talentoso, y sin miedo a nada

Pasando por El Sombrerero Loco de Alicia en Frikiland, Adolfo Pirelli en Swenney Todd, Mustafá de Las Mil y Una Noches, y una travesti sensible pero un poco torpe en El Cabaret de los Hombres Perdidos,
Roberto Peloni, éste excelente actor de Lanús cuenta sobre su trayecto 
en el mundo del espectáculo como actor, director, e incluso adaptador de música para las obras en las que participa.

Por Natalia Saccone

Cuando Roberto Peloni sale del camarín al final de la noche, luego de otra exitosa función, el exagerado maquillaje, los zapatos con taco de quince centímetros, la peluca y el vestido rojo que caracterizan a su personaje ya no lo adornan. Con una sonrisa a pesar del cansancio, saluda a todos los que lo felicitan por su actuación y se saca fotos con los miembros del público que se acercan a él con ese propósito.
Cuando descubrió en segundo año del secundario su pasión por la actuación, Roberto jamás creyó que iba a llegar hasta donde está hoy. Tenía quince años cuando tomó su primera clase en la Escuela Municipal de Teatro de Lanús. "Me imaginaba que iba a ver caras dibujadas en un pizarrón. No tenía la menor idea, pero se ve que esa palabrita me hizo un eco," dice con una sonrisa soñadora.
Achaca su amor por lo artístico a su familia. En su casa se veía Gasalla y Atreverse; además, sus primos dibujaban, tenía un tío “caradura” y su padre escribía.
Lo que Roberto más disfruta de su profesión es compartir el escenario con gente a la que admira y aprender de sus compañeros. Hoy en día, por ejemplo, actúa codo a codo con Omar Calicchio, por quien siente una gran admiración y cariño. “Yo lo conozco desde hace mucho tiempo porque lo venía escuchando desde aquél CD de Drácula y lo vi en infinidad de obras y siempre me pareció un actorazo, un artista super-completo, personal. Tuve casi el milagro de conocerlo y de que me convocara para esta obra y de ver que todo eso que veía de él arriba del escenario, abajo se multiplicaba, porque es una persona inmensa,” comenta con orgullo.
Por otro lado, recorrió el país con Enrique Pinti y Pepe Cibrian y formó parte del elenco de Los Productores con Guillermo Francella.
Forma parte de un grupo llamado “Random Creativos”, con los que, en compañía de Ciudad Abierta, viajó por la Argentina por un mes en busca de artistas para la nueva obra que están organizando. Los que queden en el proyecto viajarán a Buenos Aires a presentar la obra por tres meses, además de aparecer en el programa de TV que mostrará las audiciones de los concursantes a partir del 25 de Junio. El proyecto nació del Centro Cultural San Martín y tiene el fin de integrar a los actores y actrices que por no vivir en ciudades grandes, como lo es la Capital Federal, no pueden acceder a estas posibilidades a diario.
Sus obras favoritas en las que participó son Swenney Todd, La Parka, y El Cabaret de los Hombres Perdidos. En ésta última, que explora el paso del hombre por las diversas etapas de la fama, tiene varios cambios de vestuario, así como de personaje, con lo que demuestra su gran versatilidad – puede pasar de ser una gran estrella que llora la pérdida de su fama  a ser una actriz porno llamada “Pipppi con tres Pé” (puta, promiscua y provinciana), en un santiamén. Puede hacernos llorar o reír con igual facilidad. No teme a jugar con sus personajes al punto tal de que parecen salir del escenario hasta tener vida propia, además de conquistar y atrapar al espectador.
Roberto disfruta mucho de la falta de la “cuarta pared” que caracteriza los musicales en general y a El Cabaret… en particular. “Es lindo, porque te da esa posibilidad de ir y venir, de salir y entrar, de ver que hay una totalidad, como una especie de 360 en el espectáculo. El público no está abajo y los actores arriba, sino que son todos lo mismo”, explica. Entre risas, comenta que se divierte interactuando con el público, mirándolos a los ojos e incomodándolos. Las comedias musicales permiten esto principalmente en las canciones de un sólo personaje con el público, vestigios de los antiguos soliloquios, pero El Cabaret…, por su forma – como indica su nombre – de cabaret, permite mucha más interacción con el público que otras obras con números musicales.
Su participación en esta obra requiere mucho esfuerzo tanto por su transformación (maquillaje, peluca, estar en tacos toda la obra, actitud corporal) como por la rapidez con la que tiene que dejar un personaje y pasar a otro. Aun así, le es muy placentero el desafío vocal y actoral. Le resulta gratificante la dinámica en general, aunque la obra en sí sea muy comprometida. “Hay que tener el humor,” explica.
Éste gran profesional no sólo es actor, sino que además es director (Grave, Monos con Navaja), adapta obras y piezas musicales al castellano (El Cabaret…, Grave), y es profesor en el Teatro Carlos Gardel de Lanús y en la de Reina Reech tras años de enseñar en la Escuela de Comedia Musical Julio Bocca-Ricky Pashkus.
Roberto está todos los lunes en el Teatro Molliere con El Cabaret de los Hombres Perdidos a las 20:30 y con Objetos Maravillosos los sábados y domingos a las 17 en La Comedia.

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